Los cables ópticos submarinos: Importancia estratégica y peligros que los amenazan
Los cables ópticos submarinos transportan más del 98 % de nuestras comunicaciones e intercambios de datos. Compuestos por fibras ópticas, permiten el transporte casi instantáneo de información. El 2% restante se transmite por satélites, que son más lentos de transmitir y más caros de fabricar.
Alrededor de 450 cables submarinos se encuentran en el fondo del mar, con un total de más de 1,3 millones de kilómetros. Estos cables del diámetro de una manguera de jardín conectan los servidores de los diferentes continentes a través del fondo marino y en particular los del Mediterráneo.
El Mediterráneo es un centro estratégico de conectividad europea y africana. Marsella es el centro neurálgico de la misma. Es el primer nodo de telecomunicaciones del sur de Europa con diez enlaces de cable submarino que unen Europa con África, Oriente Medio y Asia.
Europa, Medio Oriente y África, en menor medida debido a una economía menos digitalizada que la economía europea, son muy dependientes de estas conexiones por cable que los conectan a los centros de datos estadounidenses. Los países mediterráneos necesitan acceder a datos que no están almacenados en su territorio. Este es particularmente el caso del norte de África, Oriente Medio y los países de la costa nororiental del Mediterráneo, donde parte, si no la mayoría, del tráfico vuelve a Europa y luego a los Estados que atraviesan el Mediterráneo. Para algunos países como Jordania e Israel, el tránsito por cables terrestres se complica al cruzar las zonas de conflicto que los rodean.
Los mayores problemas relacionados con la instalación de cables siguen siendo geopolíticos. De hecho, por el momento, los propietarios de un cable tienen control sobre la información que pasa a través de él. Estos cables pueden mejorar el acceso a la información en partes remotas del mundo o participar en la censura o la desinformación.
Hoy, más de las ¾ partes de estas infraestructuras están en manos de GAFA (Google, Apple, Facebook, Amazon). Claramente, estas empresas privadas tienen la mayoría del control sobre la difusión de información. Tener estos cables significa que estas empresas contienen la mayoría de los datos que creamos.
Vectores estratégicos en el dominio de la información
Los cables que cruzan la cuenca mediterránea están expuestos a diversas amenazas. La mayoría de los cortes son causados por las anclas de los barcos y las redes de pesca que enganchan los cables y los dañan. Las conexiones por cable también son vulnerables a fenómenos naturales (erupciones volcánicas, terremotos, etc.) y fauna marina (mordeduras de tiburón). Aunque la mayoría de los cortes son accidentales, se observan actos maliciosos, como sabotaje y robo de componentes. Además de los actos maliciosos, existe una amenaza mayor, la de la guerra híbrida a través de ciberataques y acciones de inteligencia.
Al igual que otros medios de transporte (marítimo, ferroviario), es plausible que los cables de telecomunicaciones sean el objetivo de los ataques. En tiempos de guerra o de crisis global, cortar el acceso a Internet de un enemigo es un poderoso medio de presión. Los actos de sabotaje terrorista también pueden involucrarse en el juego, por parte de diferentes grupos. Los intereses pueden ser múltiples, incluyendo desestabilizar una nación pero también monitorear sus comunicaciones. Luego, una potencia podría cortar los cables de otra y redirigir las comunicaciones a un cable monitoreado.
Estos escenarios no son ficción. En 2013, Edward Snowden ya había revelado que la NSA y los servicios secretos británicos estaban monitoreando ciertos cables. Francia se reserva el derecho de interceptar la información que pasa por los cables “con el único fin de defender y promover los intereses fundamentales de la Nación”. En cuanto a Rusia, el aumento de su tráfico naval cerca de cables estratégicos para Occidente no tranquiliza a Europa y Estados Unidos.
Los cables ópticos submarinos se han convertido hoy en vectores estratégicos en el control de la información. La amenaza de interceptación de datos en cables submarinos es posible, aunque poco probable. Porque tal maniobra sigue siendo complicada de realizar en medio del mar, lo que requiere medios adecuados como submarinos capaces de operar en profundidad. Una vez conectado al cable submarino, aún falta lograr recolectar treinta terabits de datos por segundo. Hasta la fecha, ninguna llave USB es lo suficientemente potente. Por lo tanto, sería necesario recopilar estos datos para construir un centro de datos submarino o hacer una conexión que llevaría estos datos a un sitio en la costa capaz de procesarlos. En estas dos hipótesis, los medios puestos en marcha se detectarían muy rápidamente y las operaciones dejarían de ser secretas. La interceptación de datos de estaciones terrestres parecería ser la solución más fácil.
Una capacidad de adaptación digital necesaria
La vulnerabilidad de los cables submarinos es un problema de seguridad importante para todos los países, incluidos los que bordean el Mediterráneo. Si se llegara a cortar un cable, esto tendría un fuerte impacto en la economía de los Estados y las actividades dependientes de las comunicaciones al provocar una ralentización de la velocidad de internet.
Los Estados de la ribera del Mediterráneo no son iguales ante estos riesgos. Los de África y Oriente Próximo siguen dependiendo de las conexiones por cable del eje Norte/Sur que pasa por el Mediterráneo y luego por el Atlántico. Si se cortaran los cables submarinos del Mediterráneo, esto tendría consecuencias dramáticas para estos Estados. Hay que recordar el corte de un cable en la costa argelina ocurrido en abril de 2017, que había provocado el cierre casi total de internet y la pérdida del 90% de las capacidades de conexión del país con el exterior durante casi una semana.
Varios ejemplos son evocadores. En 2019, los 100.000 habitantes de las Islas Tonga quedaron aislados del mundo durante dos semanas, cuando se cortó el único cable que servía a las islas. Si un país ha desarrollado todo un sistema económico y/u organización pública a través de Internet, un simple cierre puede tener consecuencias significativas para la estabilidad del país.
El control de los cables submarinos por parte de potencias como China también puede contribuir al anclaje de una dictadura sobre su población. Esto luego se lleva a cabo con una Internet filtrada, donde solo la información validada por el gobierno puede llegar a la población.
El norte del mediterráneo más protegido
En cambio, para los países de la ribera norte un corte tendría pocas consecuencias, pues su conexión con Estados Unidos quedaría garantizada por los cables ubicados en la costa atlántica de Europa.
Ante la amenaza de un apagón, un Estado puede promover la resiliencia digital multiplicando conexiones y cables para no depender de un solo enlace, es decir, asegurando la redundancia de la red. Se basa, por tanto, en la diversificación de las entradas de cable en su territorio, la diversificación de los países a los que está conectado y la diversificación de proveedores. Por lo tanto, la capacidad de adaptación y flexibilidad digital parece ser esencial para consolidar la seguridad nacional y regional de los países mediterráneos, en particular los del sur y el este