El deterioro de la situación económica supone un riesgo de inestabilidad política para los países del norte de África
El debilitamiento de la situación económica de los países de la ribera sur del Mediterráneo se produce en un contexto particular de inestabilidad política y social que podría verse reforzado por el riesgo de recesión. En efecto, mientras que los países del norte de África han experimentado, con la notable excepción de Libia, una relativa estabilización de su situación política desde el episodio de las primaveras árabes en 2010 y 2011, las dificultades económicas experimentadas por estos países, por las repercusiones de la pandemia del Covid19 y la guerra de ucrania, han desencadenado un resurgimiento de movimientos de protesta política y social que ahora podrían consolidarse en caso de un deterioro prolongado de la situación económica.
En primer lugar, en Argelia, el anuncio de la candidatura del presidente Abdelaziz Bouteflika para un quinto mandato en febrero de 2019 provocó importantes protestas sociales, en particular las del 22 de febrero de 2019, que dieron origen al movimiento llamado Hirak. Si bien ni el retiro de la candidatura del presidente Bouteflika el 1 de abril de 2019, ni la elección del presidente Tebboune el 12 de diciembre de 2019, con una participación de menos del 40%, pusieron fin a las protestas, el movimiento finalmente decayó bajo el efecto conjunto del confinamiento decidido como respuesta a la crisis sanitaria y un endurecimiento de la represión ejercida por los poderes públicos. Sin embargo, la falta de una reforma profunda de las instituciones públicas crea una situación en la que las demandas de los manifestantes del Hirak podrían dar lugar a nuevos movimientos sociales a medio plazo.
En segundo lugar, en Túnez, las instituciones parlamentarias resultantes de la constitución de enero de 2014, adoptada tras la revolución de 2011, han sido ampliamente cuestionadas, ya que el 25 de julio de 2021 el presidente de la República Kais Said asumió la decisión de ejercer poderes excepcionales. Tras suspender inmediatamente la Asamblea de Representantes del Pueblo, el presidente Said declaró su disolución el 30 de marzo de 2021, pocas semanas después de disolver el Consejo Superior de la Magistratura en febrero de 2022. Si bien el referéndum sobre la reforma de la constitución organizado el 25 de julio de 2022 fue aprobado por el 95%, pero con una participación de solo el 31%, la fase de incertidumbre institucional abierta en verano de 2021 en Túnez sigue suponiendo un riesgo para la estabilidad de este país a medio plazo.
En tercer lugar, en Egipto, mientras que la proporción de la población que vive por debajo del umbral de la pobreza ha aumentado del 25 % al 33 % en diez años, se organizaron manifestaciones de manera coordinada en septiembre de 2020 en El Cairo, así como en las provincias de Giza, Minya, Aswan y Fayoum, donde las tasas de pobreza superan el 50% de la población. A pesar de los medios desplegados por las autoridades públicas para limitar la libertad de expresión, el “Viernes de la cólera” organizado el 25 de septiembre de 2020 dio lugar a llamados a la salida del presidente Sissi. Aunque estas manifestaciones no cuestionan directamente la estabilidad del régimen egipcio, ilustran la importancia de que las autoridades públicas respondan rápidamente a los problemas de suministro de cereales planteados a corto plazo por la guerra en Ucrania. En conclusión, la situación actual en determinados países del norte de África tiene similitudes con la que prevalecía a finales de 2010, en vísperas de las primaveras árabes, y existe un riesgo bastante importante de que un deterioro puntual de la situación económica pueda desempeñar un papel en el desencadenamiento de una crisis política más amplia que tendría consecuencias geoestratégicas para la cuenca mediterránea y para la estabilidad a medio plazo de los países de la orilla sur del Mediterráneo