El juego de las grandes potencias en el Mediterráneo

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Las tres grandes potencias exteriores presentes en el Mediterráneo (EE.UU, Rusia y China) han ido incrementando su gasto militar, pero mientras Rusia continúa con su « rearme », el gobierno de Estados Unidos, debido a su salida de los teatros de conflicto en Irak y Afganistán, parece estar reduciendo sus esfuerzos, a la vez que China permanece en un segundo plano pero muy atenta a salvaguardar sus intereses en la zona. Es más que probable que las 3 potencias conviertan al Mediterráneo en uno de sus mayores centros de interés, especialmente desde la anexión de Crimea a la Federación Rusa y el incremento de la implantación económica China en sus orillas.

El Mediterráneo es un lugar tradicional de conflicto. Los focos de tensión en la costa mediterránea han ocupado muchas reuniones extraordinarias del Consejo de Seguridad de la ONU. Tras largos conflictos bélicos, el terrorismo en el Líbano, las reivindicaciones de Turquía sobre las cercanas islas griegas, la escisión en Chipre, el hundimiento de Yugoslavia y la separación de este estado en cinco estados (Serbia, Croacia, Eslovenia, Bosnia-Herzegovina, Montenegro), la extensión del conflicto a la propia Macedonia, el levantamiento albanés en Kosovo, la numerosas Intifadas, las revoluciones árabes, la revolución libia, la guerra civil en Siria, pero también, indirectamente , la anexión de Crimea por Rusia han tenido sus importantes consecuencias militares para los países vecinos. Cualquier discurso sobre el Mediterráneo no puede limitarse a las regiones costeras en sentido estricto. A veces es necesario extenderlo a los países árabes del golfo Pérsico y a muchos Estados de la antigua URSS cuyas relaciones son cada vez más numerosas con la explotación del petróleo, ya sea por la ruta comercial del Canal de Suez, o como salida de los oleoductos y gasoductos del Mar Caspio o del Mar Negro. Además, las fuerzas de la OTAN han intervenido, por razones humanitarias, en los conflictos de los Balcanes, Bosnia, Kosovo y Macedonia. Son capaces de proyectar sus fuerzas lejos de sus bases, para apoyar a un Estado o combatir una ideología considerada peligrosa sin tener necesariamente un objetivo territorial en sí mismo. La presencia durante más de cincuenta años de la Sexta Flota de la US Navy, y de las tres bases navales del Reino Unido (dos en Chipre y una en Gibraltar) demuestra el interés de Estados Unidos y Reino Unido por la geopolítica del Mediterráneo.

Toda la historia de Rusia está íntima o indirectamente ligada a las costas del Mediterráneo, en sus conflictivas relaciones con el Imperio Otomano, pero también con las potencias occidentales. Las fuerzas marítimas de todos los países vecinos y de Estados Unidos trabajaron para bloquear el avance ruso hacia el Mediterráneo. Es cierto que la Segunda Guerra Mundial ofreció nuevas oportunidades a la URSS, con la presencia del Ejército Rojo en los Balcanes en 1945. Sin embargo, esta influencia chocaría con la resistencia del gobierno de Estados Unidos, que al mismo tiempo presionaría a Turquía para obtener la derecho a cogestionar con ella la vigilancia del Estrecho. Tras sus decepciones con la Yugoslavia de Tito, luego con la Albania de Enver Hodja, la URSS perdió la confianza del estado judío, lo que le permitió jugar la carta antisionista, apoyando al Egipto de Nasser y la nacionalización del Canal de Suez, bajo la amenaza de un apocalipsis nuclear.

Con el colapso de la URSS, la mayoría de los países del Este pidieron unirse a la Unión Europea y la OTAN. Rusia ahora solo tiene a Siria como puerto de apoyo en el área del Mediterráneo. El apego de Crimea a su jurisdicción le permite mantener un acceso rápido a los “mares cálidos”. Moscú considera que la OTAN busca por todos los medios cercar militarmente su territorio y reducir su influencia política en el área del Mediterráneo, apoyando movimientos rusofóbicos formados por organizaciones no gubernamentales a menudo financiadas por Washington. Todavía hoy se plantea la cuestión de los estrechos (Bósforo y Dardanelos) que permanecen bajo la autoridad de Turquía, aunque los submarinos nucleares no siempre son visibles en sus profundas aguas.

Desde la apertura del Canal de Suez, el Mediterráneo ha sido el centro del comercio entre Europa y China. La cuestión energética es un ingrediente esencial de la vida geopolítica del Mediterráneo, con la exportación de petróleo y gas de Argelia y Libia y el gas de Egipto. Esta es una de las razones que justifican el creciente interés de China por la región como parte de una estrategia global de implantación en África y su interés por el espacio de tránsito que le abre el mercado de cerca de 500 millones de potenciales consumidores. Por su parte, la Unión Europea ha propuesto tres proyectos para organizar la cooperación en el Mediterráneo. Las tensiones geopolíticas en el Mediterráneo no sólo se manifiestan sobre el terreno en Palestina, en Libia o en Túnez, sino también de forma mucho más general entre la opinión pública: los países árabes acusan a « Europa » de no renunciar a los métodos coloniales, para mantener el mundo musulmán en el subdesarrollo y proteger el sionismo. Los países del Sur en particular se han vuelto muy desconfiados con las propuestas de la Unión Europea, y los países del Norte de Europa muestran una preferencia por la ayuda a favor de los países de Europa del Este, donde han buscado últimamente a nuevos candidatos a integrar la UE y la OTAN.


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