El Diálogo Mediterráneo: El compromiso de la OTAN por la seguridad del Mare Nostrum.

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Fue en la Cumbre de Bruselas de 1994 cuando se adoptó la iniciativa que tenía como objetivo examinar medidas para favorecer el diálogo, el entendimiento y la confianza entre los países del Mediterráneo. Desde 1995, la OTAN ha establecido un debate con varios países, diseñado para contribuir a la seguridad y la estabilidad en la cuenca del Mediterráneo.

El Diálogo Mediterráneo iniciado por la OTAN con seis países mediterráneos no miembros: Egipto, Israel, Jordania, Mauritania, Marruecos y Túnez, no es el resultado de una reacción a un evento o riesgo en particular. Más bien, es parte de la política general de cooperación adoptada por la OTAN en términos de seguridad. Es un esfuerzo que complementa a otros como los de la UE y la OSCE. El objetivo a largo plazo de estos diversos mecanismos de cooperación es crear un clima favorable para las relaciones mediterráneas. El objetivo es ante todo político: permitir una mejor comprensión de las políticas y actividades de la OTAN y tener una idea más precisa de las necesidades de los países en materia de seguridad.

La iniciativa de Bruselas se relanzó en la Cumbre de Madrid de 1997, con la creación del Grupo de Cooperación del Mediterráneo (MCG). En este marco, los estados miembros de la OTAN mantienen debates políticos directos con los países participantes en el Diálogo. Aunque las conversaciones se organizan con mayor frecuencia de forma bilateral, las reuniones multilaterales también son frecuentes. Entre los objetivos prácticos de los planes de información del programa, los planes de emergencia civil y las actividades en los campos científicos y relacionados con la defensa son los más importantes.

El programa de trabajo también incluye una dimensión militar. En 1998, los países del Diálogo fueron invitados como observadores a los ejercicios terrestres y marítimos de la OTAN, y hubo intercambios de oficiales de estado mayor entre la OTAN y estos países. Las escalas de buques de la Fuerza Naval Permanente de la OTAN en puertos de los países de la ribera Sur también formaban parte de las actividades previstas.

El futuro de la cooperación de la Alianza con el Magreb dependerá en gran medida del desarrollo de otros dos foros regionales, el Proceso de Barcelona y el Proceso de Paz en Oriente Medio, ambos destinados a reforzar la estabilidad y mejorar la cooperación en seguridad regional. Destacamos la importancia de la cooperación para aclarar posibles malentendidos relacionados con la OTAN, sobre todo porque defenderse de un conjunto que nunca ha atacado parece muy provocativo. El Sur no debe interpretar la redefinición del papel de la OTAN como un ataque. Sin embargo, sin un profundo conocimiento mutuo, iniciativas como EUROFOR y EUROMARFOR (unidades navales en Portugal, España, Francia e Italia) podrían verse como fuerzas de intervención occidentales en el sur del Mediterráneo.

Además de las conversaciones, la OTAN podría desarrollar misiones humanitarias en el Magreb si estallara una crisis y resultase necesario el despliegue de misiones de gestión de crisis.

La impresión que dejan las décadas pasadas es que es imposible actuar sin el protagonismo de  Estados Unidos y que la OTAN, esencialmente por la contribución estadounidense, es la única institución capaz de llevar a cabo cualquier misión de mantenimiento de la paz. En el caso del Mediterráneo, la OTAN solo puede jugar un papel secundario, actuando como último recurso, mientras se mantiene activa en el fortalecimiento del diálogo. En esta región y en las circunstancias actuales es la UE con su papel de socio comercial y primer donante de ayudas la que tiene las soluciones a las crisis y debe jugar un papel activo.

La OTAN es útil, pero no puede hacerlo todo. Hay fuertes resistencias a que aumente sus funciones y tenga una vocación global. Si bien los motivos que empujan a los aliados a adjudicarse un papel universal se justifican por el hecho de ser democracias, no ocurren en todos los demás países que integran el resto de los organismos internacionales. Los problemas de hoy son multidimensionales y no pueden resolverse exclusivamente con medios militares; pero estos medios pueden ayudar a lograr objetivos políticos y subrayar su credibilidad. Sólo en este papel de apoyo, hay que defender la necesidad de la OTAN en el Mediterráneo.


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