La geografía del Mediterráneo y su influencia en la cuestión de las fronteras de los países ribereños
Si el estudio geopolítico del Mediterráneo debe proscribir cualquier determinismo geográfico, la configuración física caracteriza este espacio. El Mediterráneo mantiene una fuerte relación con su propia geofísica. El Mediterráneo es un área dentro de la cual los múltiples estados ribereños se enfrentan entre sí en estrecha proximidad. La situación geofísica explica por qué las zonas marítimas de estos Estados hacen del Mediterráneo un conjunto particular desde el punto de vista del derecho internacional del mar: no es un área de proyección de soberanía terrestre hacia el mar abierto.
El Mediterráneo es ante todo un mar mesurado: se extiende a lo largo de casi 4.000 km de este a oeste (entre la costa siria y el Estrecho de Gibraltar) por una superficie de 2.600.000 km² (sin contar el Mar Negro) con un profundidad (desde 200 m en el centro de la cuenca (entre Sicilia, Malta y Túnez) hasta casi 5.000 m). Con vital acceso al Océano Atlántico a través del Estrecho de Gibraltar, se caracteriza por su estrechez y la contigüidad de sus costas (con una anchura máxima de 800 km entre el fondo del Golfo de Génova y Túnez).
La tectónica de placas (choque de la placa africana con la placa europea en la cuenca oriental) está en el origen de la evolución del perímetro y el relieve del Mediterráneo. Una intensa actividad sísmica y volcánica preocupa a la región, aunque se concentra en el norte de África y en la península itálica, Grecia y Turquía. El Mar Mediterráneo está parcialmente rodeado por cadenas montañosas, incluidos los Pirineos, los Alpes, las Montañas del Líbano y la Cordillera del Atlas. El relieve también adopta la forma de estrechas planicies costeras que se extienden sobre gran parte de la ribera sur y la ribera oriental.
La configuración geofísica del Mediterráneo así como la voluntad de los Estados ribereños han aumentado la especificidad del espacio marítimo mediterráneo en términos del derecho internacional del mar: ausencia de zonas económicas exclusivas, derechos soberanos no ejercidos sobre las plataformas continentales legales ( en casos excepcionales en los que los Estados querían ejercer sus prerrogativas, esto ha dado lugar en principio a una disputa resuelta por la Corte Internacional de Justicia), delimitación de ciertos mares territoriales por debajo del umbral del derecho común (12 millas náuticas); creación de una gran zona de protección ecológica y una zona de protección pesquera.
Sin embargo, la Convención de Montego Bay sobre el Derecho del Mar (1982) no otorga ningún estatus especial al Mediterráneo. Se enmarca, por tanto, en la categoría genérica de mares semi cerrados. El mundo globalizado e interdependiente del siglo XXI es también un mundo donde se revaloriza el interés estratégico de las fronteras y los muros. El área mediterránea es un ejemplo perfecto de esta paradoja. Esto agudiza aún más la cuestión de las fronteras en un mundo mediterráneo que no corresponde a una organización humana basada en un territorio.
Geoestratégicamente toda la cuenca mediterránea constituye una sola entidad a pesar de las diversidades entre el Norte y el Sur, el Este y el Oeste, cuyo elemento unificador es paradójicamente el mar que los separa.
La zona Rota-Gibraltar, proyecta el poder aeronaval americano-hispano y británico, tanto hacia el Mediterráneo como hacia el Atlántico, unido a la importancia que puede ejercer sobre el tráfico marítimo mundial. En la zona de Marsella-Tolón está la conjunción de un poder aero naval importante con el de un potencial industrial y comercial. Algo semejante ocurre la zona de Génova-La Spezia. La península de Crimea con su entorno de los valles de Dnieper, Diniester y Don, proyectan su poder aeronaval y económico en el mar Negro. En la zona de Alejandría-Suez coexiste la importancia estratégica del canal de Suez con la proyección de un posible integrismo musulmán. Si las relaciones entre las entidades ribereñas del Mediterráneo continúan experimentando tensiones diplomáticas e incluso militares, y otras disputas jurídicas por cuestiones territoriales y de demarcación de fronteras (Israel-Palestina, Siria-Israel, Siria-Turquía, Chipre-Turquía, etc.), la propia delimitación de la entidad mediterránea supondrá un problema.